lunes, 30 de septiembre de 2013

Sueños

La pasada noche tuve un sueño. Ha pasado más de una semana, pero lo guardo en mi mente, con imágenes, de una forma muy clara. Es extraño que eso pase, ya que suelo olvidarlos tan rápido como se desvanecen.

Estamos en el salón-comedor de la yaya. Nos encontramos allí, conversando, Manel, la mama, la yaya, la tita Montse y Bartolo. En un momento determinado el tito Bartolo se dispone a marcharse porque tiene algo de prisa. Se levanta y cruza la puerta del salón para marcharse. La casa está a oscuras a excepción de la sala donde nos encontramos. Unos segundos después, alguien entra al salón por esa misma puerta. En un principio pensé, por el escaso tiempo que había pasado, que el tito Bartolo había olvidado algo y regresaba por ello. Pero el que acababa de entrar era el abuelo. Nos miramos y grité '¡abuelo! ¡abuelo!'. En ese momento sólo existiamos él y yo. Daba la sensación de que el resto de los presentes no podian verlo y me miraban extrañados, murmurando entre ellos por la reacción que estaba teniendo yo.

El abuelo cruzó el salón en dirección a la tele y se detuvo frente al armario donde guardaba sus medicamentos, a la izquierda del televisor. Le dije lo que quería haberle dicho hace días: '¡abuelo! ¿sabes que me caso?'. Él se giró, me miró y se sonrió. Después de eso, la figura del abuelo pareció desaparecer y allí donde hacía unos instantes él me estaba mirando, ya no estaba. En su lugar había un globo enorme de color azul flotando en el aire con un pequeño cordel. Me levanté del sofá y lo intenté agarrar. Creo que lo rocé en dos ocasiones, mientras el globo se acercaba a la puerta del salón. No sé si yo acompañé al globo hasta allí o yo andaba tras él. Los demás no veían nada de lo que yo estaba viendo. Finalmente el globo azul traspasó la puerta por donde unos minutos antes había aparecido el abuelo. No estoy seguro pero creo que justo antes de desvanecerse, todos los presente vieron fugazmente el globo.

Fue entonces cuando desperté y, en ese estado extraño entre la realidad y lo onírico, sentí alegría por haberle visto y haberle dicho lo que quería decirle. Alegría por sentir su consentimiento. Y después, sentí pena y vacío, porque de nuevo se había marchado. Quise llorar y me quedé dormido.

El abuelo me ha dado muchos consejos y siempre le comentaba los cambios que iban apareciendo en mi vida y él me decía lo que pensaba. Siempre me decía: 'Acuérdate de lo que te dice siempre tu abuelo, que...' Siento que me ha quedado esa espina clavada en mi interior, de no decirle lo de la boda. Ese fue uno de sus últimos consejos que me dio, en esos días en que él todo lo veía como un final y quería despedirse de todos. El abuelo me dijo que sería feliz si viviamos juntos. Era su forma de decirlo, pues ya viviamos juntos para entonces.

A veces me preguntan, ¿por qué ahora? ¿por qué no lo hice cuando el abuelo vivía? Quizás por eso lo hago ahora: porque quiero y porque sé que allá donde esté, le habría gustado. Quizá me faltó la valentía para hacerlo. Esa valentía llegó a mí a los pocos días de marcharse él, pero siempre sentiré que ese día me faltará él.

Al recordar este sueño, es como si al fin se lo haya podido contar y eso en parte me reconforta.

martes, 17 de septiembre de 2013

Estoy leyendo ahora...

... BLAZE de Stephen King.


Blaze es una novela policíaca escrita por Stephen King bajo el seudónimo de Richard Bachman. King anunció en su website que la "encontró" en un ático. De hecho, fue escrita antes que Carrie y el escritor ofreció el borrador original de la novela a su editor al mismo tiempo que "El misterio de Salem's Lot". Blaze se convirtió en una "novela de baúl". Recientemente, King reescribió el manuscrito y ofreció la publicación en 2007.


Sinopsis: Con la ayuda de un muerto, Blaze ha logrado perpetrar el crimen del siglo. Clay Blaisdell, llamado Blaze por todos, mide dos metros y pesa ciento treinta y seis kilos. Es un verdadero gigante. Sin embargo, hasta conocer a George Rackley nunca había hecho nada grande. George le enseñó cien maneras de estafar a la gente e ideó para él un plan ambicioso: secuestrar a un niño rico. La familia Gerard es multimillonaria y el nuevo retoño del clan valdrá muchos de estos millones. Solo hay un problema: cuando llega el momento de ponerlo todo en marcha, George, el cerebro de la operación (y de todo lo que hacen), muere. O quizá no. Por eso Blaze se encuentra huyendo desesperado de una tormenta y de la policía. Ha conseguido raptar al bebé, pero el secuestro se ha convertido en una carrera contrarreloj a través de los bosques infernales de Maine… 

 *******

No lo he acabado. Me parece un tostón de cuidado. Más de lo mismo de King...


lunes, 16 de septiembre de 2013

Leyendo a Kafka

Había dormido más de dieciséis horas sin interrupción. Abrió los ojos con dificultad. Se sentía aturdido, pues aún percibía los efectos de la heroína en su cuepo. Notaba una fuerte presión en su brazo izquierdo. Con movimientos torpes, acercó su mano derecha a la zona dolorida hasta que rozó con los dedos la goma elástica que utilizaba para sus dosis. Sabía que debía dejarlo. Quizás mañana. 

Tomó un trago del contenido de una pequeña botella de cristal que alcanzó de la repisa de la ventana. Era un líquido turbio y caliente, con un sabor áspero y terroso. Pero era toda el agua de la que disponía. Dio dos tragos cortos y vertió el resto del agua en su rostro para despejarse. Yacía tumbado en una estrecha y mugrienta litera en la celda 2.014 de la prisión de Leipzig. Fijo sus ojos grises en el pequeño orificio circular de treinta centímetros de diámetro, por donde entraba la tenue claridad de la que gozaba, esperando una visita que desde hacía poco más de dos semanas se repetía a la misma hora de la tarde. 

Mientras esperaba, tomó entre sus manos el libro que descansaba en el suelo, junto a su cama. Lo había leído infinidad de veces desde la soledad de su celda. Llevaba más de ocho años -eso le parecía- en esa apestosa habitación, a treinta metros de altura. Abrió el libro por la primera página y paseó su mirada por ella: "Metamorfosis, de Franz Kafka"; y una dedicatoria a pie de página: "Soñar es el camino. Soñar te hace libre. Sueña que no eres el preso 06.20. Eres lo que seas capaz de soñar". El ejemplar que tenía a su lado se lo había entregado su hermana cuando cumplió su primer año de cautiverio. No había vuelto a verla desde ese día. 

Estando inmerso en esos pensamientos, apenas se percató de que le observaban desde la repisa de la ventana. Allí descansaba un pequeño pájaro de color azul y amarillo. Al fin había llegado. Se acercó aleteando a los pies de la cama donde empezó a picotear los restos de la cena de la noche anterior. Revoloteó y se posó, como era su costumbre, en la mano derecha del preso, sin dejar de observarse mutuamente. 

- Hola de nuevo, amiguito. Te prometo que mañana intentaré que tengas algo más que comer, pues veo que siempre llegas hambriento. Aquí la comida no abunda, como ves. Esta ventana está muy alta y, supongo, que el esfuerzo no vale la pena para lo que te ofrezco. Vuelve mañana. Tendré más para ti. 

El pajarito movió la cabeza, pareciendo entender aquellas palabras y asentir ante esa idea. 

- Cuánto anhelo la libertad de la que disfrutas. Poder volar hacia aquel horizonte que veo desde aquí. Me gustaría ser tus ojos para ver los muros desde el otro lado de esta celda. Cuéntame cómo es y qué hay allí a lo lejos. 

Siguieron disfrutando de la compañía, hasta que el pequeño pájaro alzó el vuelo y desapareció por donde había llegado.

Al día siguiente volvió a asomarse a la celda, entró y picoteó las escasas sobras de la cena que el reo había podido guardar no sin esfuerzos. Se volvió a posar sobre su mano.

- Necesitas un nombre... Yo envidio lo que tienes. Sueño con vivir una vida como la tuya. Hacer lo que haces. Cuéntame, amiguito, ¿cómo ha cambiado el mundo?... Pero necesitas un nombre. Te daré mi nombre si quieres. Sully, ¿te gusta?

El pajarito se revolvió alegre y se dirigió a la ventana. Antes de desapacer, el preso le miró apesadumbrado porque no quería que se marchara de nuevo.

- ¡Sully! Volverás mañana, ¿verdad?

Sí, lo hizo. Volvió al día siguiente y muchos después. Pasaron más de cinco meses desde su primer encuentro. Cada día, a la misma hora... las mismas costumbres, las mismas conversaciones.

Cada día que pasaba, más anhelaba que llegara el momento del regreso de su amiguito y más ansiaba esa libertad de la que "Sully" disfrutaba. Mataba los ratos de espera leyendo a Kafka y volando libremente bajo los efectos de la heroína. Y soñaba...

Siempre el mismo sueño, desde su primer encuentro con "Sully". Él era "Sully". Era ese pajarito remolón de colores vivos que visitaba a su amigo en la celda de la prisión de Leipzig cada tarde. Era ese pequeñajo que se comía hambriento las sobras que encontraba a los pies de la cama. Era el pequeño pájaro que se posaba en la mano de su amigo al que oía hablar y al que no entendía ni una palabra, pero al que asentía sabiendo que eso hacía feliz a su amigo.

Pero una tarde "Sully" no regresó. Ni lo hizo los días siguientes. Pasaron semanas. El preso dejó de soñar con él. Se preguntaba qué había hecho mal, porqué se habría enfadado su amiguito. Guardaba cada vez más comida para cuando volviera "Sully" pues sabía que tendría hambre. Deseaba verlo, ansiaba soñar con él. - La heroína me ayudará - pensó. - La heroína me hará soñar con él. Sintió un minúsculo pinchazo en su brazo izquierdo y pronto se desvaneció en un sueño en el que él volvía a ser "Sully".

Volvía a volar hasta esa ventana circular. Se asomó con premura al interior de la celda, que encontró vacía. Revoloteó hasta los pies de la cama, pero allí no había nada que picotear. Aleteó nervioso por la estancia, sin saber dónde se habría metido su amigo. Esperó hasta que comenzaba a oscurecer, apoyado en la repisa de la ventana. Entonces, decidió volver a casa.

Se aventuró al exterior y voló hasta la pequeña ventana que se situaba cuatro pisos por debajo de la de Sully. Le saludó con frialdad su propietario, un maníaco obsesivo que cumplía condena desde hacía unos meses. Se hacía llamar Samsa. Al verlo regresar, Samsa abrió la portezuela de la jaula que era el hogar de "Sully". El pajarito entró en ella. No tenía agua ni comida. Tendría que esperar a que llegara el día siguiente para poder disfrutar de su libertad. Confiaba en regresar para visitar a su amigo, disfrutar de su compañía y llevarse algo al estómago. Pensando en esto, se quedó dormido.

Sully despertó. Se encontraba entre rejas y se sentía diminuto. El mundo que le rodeaba le parecía distinto. Sus brazos eran ligeros y coloridos. Miró sus patitas y casi se cae del susto. Ahora era "Sully". Su sueño se había hecho realidad. Pero seguía estando preso y, lo peor de todo, tenía mucha hambre.



viernes, 6 de septiembre de 2013

Un Regalo... ¿Incondicional?

Quiero compartir una noticia publicada esta misma mañana en el diario digital "lainformacion.com". El titular de la noticia es: "Una madre le regala un Iphone a su hijo de trece años y le impone 18 condiciones". Muy escuto el titular no es, pero la noticia se las trae. Esto ha pasado en Cape Cod (Massachusetts, EEUU).

Tal como queda reflejado en el titular, Greg Hoffman recibe de su madre un regalo por su trece cumpleaños. Se trata de un Iphone. Junto a la caja del mismo había una carta que rezaba lo siguiente: “Pero si aceptas el regalo también apruebas algunas normas y regulaciones. Por favor, lee el siguiente contrato. Espero que entiendas que mi trabajo es convertirte en un hombre equilibrado y que puede convivir con la tecnología”. 

Aquí están las 18 condiciones que le han impuesto al joven Greg:

1. Es mi teléfono [de la madre]. Yo lo he comprado. He pagado por él. Yo te lo cedo. ¿No soy la mejor?

2. Siempre sabré la contraseña.

3. Si suena, responde. Es un teléfono. Di hola, sé educado. Nunca ignores la llamada si es de tu padre o de tu madre. Nunca la ignores.

4. Danos el teléfono a las 19,30h si al día siguiente tienes clases, y a las 21.00h el fin de semana. Se apagará durante la noche y se volverá a encender a las 07.30h. Respeta los horarios de las otras familias, como a nosotros nos gusta que también se respete.

5. El teléfono no irá contigo al colegio. Conversa con la gente con la que luego te mandas mensajes. Es una habilidad social.

6. Si se te cae a la bañera, al suelo o se rompe, tú eres el responsable de pagar la reparación. Debes tener ese gasto previsto.

7. No uses la tecnología para mentir o vacilar a nadie. No participes en conversaciones que pueden herir a otros. Sé un buen amigo o al menos aléjate de esas situaciones.

8. No envíes mensajes, correos o contactes con gente con la que no lo harías en persona.

9. No converses por el teléfono móvil con las personas a las que no traerías a casa.

10. Nada de porno. Busca en internet información y compártelo conmigo. Si tienes cualquier duda pregunta a alguien. Preferiblemente a tu padre o a mí.

11. Apágalo o ponlo en silencio cuando estés en público. Sobre todo en los restaurantes, cines o cuándo estés hablando con una persona. No eres maleducado, no dejes que un iPhone cambie eso.

12. No envíes o recibas imágenes de las partes íntimas de nadie. No te rías. Algún día estarás tentado aunque seas muy inteligente. Es peligroso y pude arruinar tu adolescencia. Es una mala idea. El ciberespacio es más grande y poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo desaparezca, incluida la mala reputación.

13. No hagas fotos y vídeo de todo. No hay necesidad de documentar tu vida entera. Vive tus experiencias. Se almacenarán en tu memoria para siempre.

14. De vez en cuando el teléfono en casa y siéntete seguro con la decisión. No es una extensión de cuerpo. Aprende a vivir sin ello.

15. Descarga música nueva o vieja o diferente de la que escuchan millones de personas al mismo tiempo. Tu generación tiene acceso a más canciones que nunca nadie ha tenido opción antes. Disfruta la ventaja. Expande tus horizontes.

16. Los juegos de palabras, puzles o los de entrenamiento mental son los mejores.

17. Mantén los ojos abiertos. Mira el mundo que pasa a tu alrededor. Mira por las ventanas. Escucha a los pájaros. Da paseos. Habla con desconocidos. Pregúntate sin usar Google.

18. Si pierdes el rumbo te quitaré el teléfono. Nos sentaremos a hablar sobre ello y empezaremos de nuevo. Tú y yo estamos siempre aprendiendo. Estoy en tu equipo y estamos juntos en esto.

Joder... la verdad es que yo prefiero un NOKIA...

jueves, 5 de septiembre de 2013

Viernes, Pase Lo Que Pase...

Dios creó el mundo en siete días. Bueno, realmente en séis, ya que dedicó el último día a descansar. Antes de esto no había nada, por lo que no es una locura deducir que Dios tiene la patente de "la semana". A veces algún familiar que tiene un mal día, exclama "me voy a cargar al que se inventó los lunes". Supongo que el pobre no sabe que fue Dios el que se lo inventó ya que, de saberlo, estaría incumpliendo como mínimo tres de los diez mandamientos, de los que el mismo Dios creador de la semana es co-autor junto con Moisés... Pero ese es otro tema.

El asunto de hoy es: Dios creó los días de la semana. Teniendo en cuenta que, hasta 1973, las semanas en todos los lugares del mundo se inciaban en domingo, eso quiere decir que comenzó a crear la noche y el día el domingo y acabó su creación -animales y humanos- el viernes y el sábado por tanto descansó. He leído minuciosamente su biografía -la Biblia- y he sido incapaz de averiguar qué hizo el siguiente domingo. ¿Sólo trabajó una semana? Realmente no... No sé que hizo esa segunda semana, pero básicamente el resto del tiempo lo ha dedicado enteramente a fastidiar a los judíos. Pero bueno, no nos desviemos del tema.

Las personas, al ser creadas a imagen y semejanza de Dios tendemos a imitarlo. Dios es omnipresente, omnisciente y omnipotente. Los humanos también queremos serlo. En su afán por ser omnipresentes y querer estar en todos lados inventamos la fotografía. Tomamos una foto, la revelamos, la copiamos y la distribuimos entre amigos y familiares. Ya estamos en casa de todos. En nuestro anhelo de ser omniscientes (el que todo lo sabe) creamos internet. Ahí está todo. Busca y hallarás. Ya lo decía Dios. Por último, en nuestra voluntad de ser omnipotentes (el que todo lo puede) decidimos jugar a ser Dios y crear. Como estamos hechos con el mismo molde que Dios, empezamos como él: con los días de la semana. Y en el año 1998 dictamos una norma en la que se regulaba que la semana empezaba en lunes. Prácticamente la mayoría de los países del mundo han adoptado esta medida, salvo Oriente Medio (que empieza en sábado), Canadá, Estados Unidos, Méjico y Japón (que empiezan en domingo) y Reino Unido (que aunque oficialmente desde el 2012 han adaptado el comienzo de su semana en lunes, cada uno hace lo que quiere).

 ¿A qué se debió este cambio? Oficialmente no tengo ni idea pero, como soy omnisciente y todo lo sé, ahí va mi deducción. La semana tiene siete días: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Ponemos los días en este orden, porque así lo creó Dios. Lo único que tenemos que decidir es en qué día empezamos la semana. Si el lunes ocupa la primera posición nos va de lujo. Los días que tienen un número de letras impar, ocupa una posición impar; y los días que tienen número de letras par, ocupan posiciones pares. Esto es: posición 1 - lunes (5 letras); posición 2 - martes (6 letras); posición 3 - miércoles (9 letras); posición 4 - jueves (6 letras); posición 5 - viernes (7 letras); posición 6 - sábado (6 letras) y posición 7 - domingo (7 letras).

Ya tenemos el orden de los días de la semana. Ahora toca decidir cuándo descansamos. Queremos plagiar a Dios, pero sólo en lo bueno. Dios descansó un día. Dios es omni-todo y nosotros también, pero no somos idiotas. Si creamos algo, coño, pues vamos a beneficiarnos de ello. Nosotros vamos a descansar... ¡dos días!. Empezamos el lunes y acabamos el viernes. Así patentamos "el finde". Además, nos quedó chulo. Fíjate que bien lo hicimos: sábado, sexto día, séis letras; domingo, séptimo día, siete letras. Bonito, ¿eh?. Otra cosa chula: la semana tiene 7 días y, como homenaje, el finde comienza y acaba con ese número; empieza el viernes (7 letras) y acaba el domingo (7 letras). ¡Cosas de ser omnis!

Pero bueno, lo importante de todo este rollo es que mañana es viernes, pase lo que pase...

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Un Día De Caza



Respiraba con dificultad. Su cuerpo avanzaba pesado a través de la niebla. Sus pies apenas se elevaban del suelo. Sus ojos comenzaban a acostumbrarse a la tenua luz del camino. No recordaba como había llegado allí ni hacia dónde se dirigía. Le escocian los ojos de forzar la vista intentando reconocer alguna cosa a su alrededor que le reconfortara. Se encontraba perdido. No distinguía gran cosa, pero un presentimiento le apremiaba a continuar hacia adelante. No recordaba cuánto tiempo llevaba en ese estado.

Unos pasos más adelante encontró un cigarrillo a medio apagar, que se consumía pesadamente entre la gélida niebla. No sentía frío aunque debería tenerlo, pues iba descalzo y apenas notaba la ropa sobre su cuerpo. La espalda estaba al desnudo. Lo veía todo borroso. Se esforzó en continuar avanzando. A una distancia, que a él le pareció de varios kilómetros, distinguió un objeto en el suelo. Se apresuró a recogerlo. Era una zapatilla juvenil de color azul y blanco. Tenía la suela desgastada por un borde, los cordones raídos y el talón desgarrado. En su interior se apreciaban algunas manchas oscuras, parecían moradas, pero era mucho aventurar pues la luz podía engañar al castigado ojo. Prosiguió con cierta ansiedad. En la rama de lo que parecía un pequeño árbol situado en el borde del camino colgaba ridículamente unas gafas de sol oscuras, balanceándose imperceptiblemente apoyadas en una patilla. Un cristal había desaparecido. El otro estaba completamente rajado. En la base del árbol se apilaba un montón de chatarra, entre la que consiguió vislumbrar una placa con ciertos números. Era una matrícula de algún vehículo que por alguna razón le resultaba familiar.



A medida que forzaba la vista para distinguir el conjunto, la neblina parecía disiparse, pero él seguía viendo con dificultad. Acercó los dedos para frotarse lentamente los ojos, pero uno de ellos había desaparecido. Esa era la razón de su parcial ceguera. Miró sus brazos por vez primera en mucho tiempo. Estaban inflamados y cubiertos de barro y sangre coagulada. Los recuerdos volvieron como flashes de luz a su cerebro. Conducía de regreso a casa después de un largo día de caza. Volvía con cierto desánimo, pues no había conseguido ni una sola presa. Estaba oscuro y la calzada estaba resbaladiza por la humedad de la niebla. Tras una curva perdió el control de su Land Rover, la rueda delantera izquierda golpeó contra algo y el vehículo salió disparado en dirección contraria, acabando empotrado contra un árbol. Había salido despedido del vehículo y perdido el conocimiento por un tiempo indeterminado. Miró la zapatilla que aún conservaba entre sus manos. Se esforzó en recordar algo más pero su cerebro parecía haber perdido esa parte de su vida.



Amanecía. Y fue entonces, con los primeros rayos del día, cuando lo vio. Entre los amasijos de su automóvil y el dañado árbol se percibían los restos de un pequeño ciclomotor. Siete metros más adelante, yacía el cuerpo inerte de un chico adolescente que había perdido un brazo y tenía desgarros por toda su cara. Le faltaba una zapatilla. Sintió que se le quebraba el alma y que volvía a perder la noción del tiempo. Había estado cazando en compañía de ese adolescente de piel morena y de complexión enfermiza. Tenía 15 años y se llamaba Guillermo. Le habían regalado un pequeño ciclomotor eléctrico para su cumpleaños dos días antes. Lo tomó entre sus brazos y empezó a llorar y a convulsionarse. Quería gritar pero no lograba emitir ningún ruido. Llamaba a su hijo desesperadamente con el rostro desencajado. Cerró el ojo que conservaba con tanta fuerza que le dolía la cara.

Despertó entre las sombras de dos grandes sauces, con la escopeta entre las manos. Eran las primeras horas de la tarde. Buscó con angustía a su hijo, que daba vueltas en un pequeño claro del bosque cercano a su posición con el flamante y nuevo ciclomotor. Veía con claridad y se llevó las manos a su rostro y comprobó que conservaba intacta su cara. Por suerte, se había quedado dormido. Todo había sido una pesadilla. Comenzó a llorar entre la angustía y la alegría. Apenas pudo oir el sonido de algo que se quebraba a unos metros de distancia. Unos segundos después Guillermo comenzó a gritar...

martes, 3 de septiembre de 2013

Participación Ciudadana

Mi afán por la superación es innegablemente una enfermedad incurable. Pero el listón está muy alto. Es un listón de 58 años: mi padre.

Los primeros recuerdos que suele tener un niño, dicen que suelen formarse a los tres años de edad, y que tienen como finalidad reconocer y reproducir. Yo no sé qué primer recuerdo es el más común entre la gente, pero sí sé cuál es el mío: mi padre coleccionando. Recuerdo que ha coleccionado de todo: pegatinas, monedas, billetes, envoltorios de puros y cuchillas, sellos, revistas, vinilos, libros, mecheros, bolígrafos, fotos, botellines de cerveza, latas de refresco, chapas, pins, copas, vinos, licores...

...¡Y aún es joven! Dicen que de tal palo tal astilla. Pero yo no quiero ser astilla. Ni me conformo con llegar a palo. He puesto empeño en ser algo más, pero está dificil. He comenzado una colección de monedas de euro de cada país de la UE y año fabricación. Quiero que sea una colección enorme. Demostrar que el aprendiz supera al maestro. Para ello es posible que necesite ayuda, ¿quién se apunta?

lunes, 2 de septiembre de 2013

Diabetes Mellitus Tipo 1


Convivo con esta variante de la diabetes, también conocida como Diabetes Juvenil, desde que me la diagnosticaron el 15 de octubre de 2.007 (justo un mes antes de cumplir los 25 años). Desde entonces nos hemos convertido en inseparables compañeros de la vida. No nos aportamos demasiado el uno al otro, e intentamos no acordarnos mutuamente de la existencia de cada cual. Es como un matrimonio convenido, sólo que a mí nadie me preguntó. Van pasando los años y pronto celebraremos nuestros primeros 6 años de relación. Pero los matrimonios no siempre son para toda la vida... 

Noticia diario EL MUNDO (8 agosto 2012)
 "Una vacuna para eliminar las inyecciones diarias de insulina que deben aplicarse las personas con diabetes tipo 1 está cada vez más cerca de ser realidad. Aquí te contamos los hallazgos recientes que han obtenido resultados prometedores. Las personas con diabetes tipo 1 necesitan inyectarse insulina todos los días para el tratamiento de la enfermedad, y cualquier método que logre evitar los molestos pinchazos resulta como un sueño. Por fortuna, esta ilusión está cada vez más cerca de convertirse en realidad. Unos investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford en Estados Unidos han desarrollado una vacuna para combatir la diabetes tipo 1 y, en estudios con pacientes, han logrado mantener los niveles necesarios para la producción de insulina con una inyección (una vacuna) por semana solamente. La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune, es decir que por razones que no se comprenden completamente, el propio sistema de defensas ataca a las células beta, pues por error las reconoce como un componente extraño al cuerpo. Las células beta son las que producen la hormona insulina. Cuando no se produce insulina (como ocurre en el caso de la diabetes tipo 1) el azúcar que se obtiene de los alimentos no puede entrar a las células para proporcionarles energía y se acumula en la sangre. Por eso, quienes tienen diabetes tipo 1 necesitan controlar sus niveles de azúcar (glucosa) en la sangre inyectándose insulina varias veces al día, ¡un método que fue descubierto hace más de 90 años! En busca de una alternativa para el tratamiento de la diabetes tipo 1, estos investigadores han utilizado modificaciones genéticas para desarrollar una vacuna nueva que sería capaz de contrarrestar selectivamente la respuesta equivocada del sistema inmunológico (de defensas)"

... sírvase esto como una advertencia.

La Mejor Oferta

"La Mejor Oferta" (Italia, 2013), de Giuseppe Tornatore, se convierte en mi primera reseña filmográfica. Sin lugar a dudas, la mejor película en cines de este verano. Es un drama con toques románticos adultos del director de "Cinema Paradiso" (Italia, 1988) protagonizado por Geoffrey Rush ("Piratas del Caribe"), Jim Sturgess ("El atlas de las nubes"), Sylvia Hoeks (actriz holandesa de 30 años) y Donald Sutherland.

Sinopsis: Virgil Oldman (Geoffrey Rush) es un hombre solitario; un excéntrico experto en arte y agente de subastas, muy apreciado y conocido en todo el mundo. Su vida transcurre al margen de cualquier sentimiento afectivo hasta que conoce a una hermosa y misteriosa joven (Sylvia Hoeks) que le encarga tasar y vender las obras de arte heredadas de sus padres. La aparición de esta joven, que sufre de una extraña enfermedad psicológica que la mantiene aislada del mundo, transformará para siempre la vida de Virgil. (FILMAFFINITY)

  Nota FilmAffinity: 7.0 (Buena)
  Nota Arufete: 9.0 (Muy buena)

  Comentarios: Personalmente me ha sorprendido gratamente. Después de un verano excesivamente flojo en cuanto a oferta de calidad en cartelera, tenía muchas ganas de ir al cine y salir satisfecho de la sala. Además, tuvimos el beneplácito del vendedor de las entradas que nos la recomendó si nos gustaba el buen cine. He visto dos películas de este director (mencionadas en el post) y ambas son maravillas del cine italiano de calidad.

Cuestión de modas

El elemento químico de número atómico 78: el Platino.

A finales del siglo XIX, Louis Cartier, comenzó a fabricar los relojes de pulsera y otras joyas con platino, dándole una importancia mayor que al oro y a la plata. Esa escala de valores se matiene aún hoy, en nuestra vida cotidiana. Algunos bancos ofrecen la tarjeta VISA ORO y por encima de ella, con mayor saldo, la VISA PLATINO.

En las Olimpiadas se premia los mejores rendimientos de los atletas con los metales: oro, plata y bronce. A los jugones de PlayStation se les premia, por encima de todo, con el platino. Ya ves... cuestión de modas.


El Origen De Un Principio

¿Cómo empezar un blog? Esa duda que emerge en los primeros instantes de comenzar a publicarlo. Se empieza dubitativamente con la ilusión de tener recorrido, continuidad y constancia. Se parte de una idea vaga que se irá transfigurando a medida que se vaya consolidando. La idea original es simple: tener un blog. Las condiciones que han llevado a tener esa idea: ser seguidor y, sobretodo, lector de infinidades de blogs de distinta índole pero exquisita esencia, la de compartir. Compartir tiempo y fomentar la pasión por el ocio. Compartir momentos a través de palabras. Unas primerizas palabras que, al pasar el tiempo, se reelerán y darán significado al título de esta entrada. Pues eso es de lo que se trata. Esto es el origen de un principio.